Los Marines en la Segunda Guerra Mundial (la vida de un marine)

Los Marines en la Segunda Guerra Mundial (la vida de un marine)

El proceso de instrucción:

Una vez que los reclutas llegaban al Centro de Entrenamiento, la introducción a la disciplina era aplicada. A la mínima falta, el instructor ordenaba al recluta tirarse al piso y hacer 25 flexiones.

Llegada de los reclutas 
al Centro de Entrenamiento
Una vez comprobados los nombres de los reclutas, se los distribuía en pelotones y se los hacía marchar hacia unos barracones de dos pisos. Allí se les daba la oportunidad de entregar cualquier objeto no autorizado: armas, licor, publicaciones obscenas, entre otros.

Artículos recibidos por los marines
Se les daba acceso a artículos de primera necesidad y se les permitía comprarlos al descontar lo gastado de su paga mensual. Adquirían también una copia del “manual del marine”. Luego de esto pasaban a la barbería, donde se les rapaba la cabeza.

Los uniformes eran entregados calculando a ojo la talla de los reclutas y sus objetos personales eran puestos en una caja de cartón con su nombre y dirección, para ser enviados a sus familias.

Entrega de los uniformes a los reclutas
Todo había de mantenerse impecable y no se permitía realizar actividades sin el permiso o la orden correspondiente. Los jóvenes también se familiarizaban con el vocabulario de la Armada.

En los próximos tres días, los reclutas contrataban un seguro de vida nacional y eran sometidos a un examen físico y dental, se les administraban vacunas y se les realizaban pruebas psicológicas sencillas sin su conocimiento. 

Diferencias entre los uniformes
 de un Sargento(izquierda) 
y un marine (derecha)
No se los respetaba y sus jefes de instrucción los trataban como si de basura se tratase. Cada hombre se empujaba a sí mismo hasta el límite y unos pocos terminaban por abandonar. 

Antes de la guerra, los jefes de instrucción disponían de un periodo de diez semanas para adoctrinar a los reclutas, pero con el nuevo flujo de novatos deseosos de formar parte del Cuerpo, el sistema se sobrecargó. El proceso de adoctrinamiento debía hacerse de manera eficaz y machacar a los reclutas era el modo de lograrlo.

Sometían a sus pupilos a abusos y humillaciones que a menudo los supervisores ignoraban. La instrucción se redujo a tres semanas, un tiempo insuficiente para alcanzar el nivel requerido, disponiendo los reclutas de tan solo una semana para aprender a manejar un fusil y practicar la puntería. En 1940, el periodo se alargó a siete semanas y en 1944 a ocho.

Adoctrinamiento de los reclutas

Los reclutas debían aprender a ser rápidos y a ser independientes, se les daba gran cantidad de alimento y no se les permitía hablar al momento de comer. La alimentación y el ejercicio físico llevaban a los reclutas a ganar peso. 


Marines montando y 
desmontando su fusil
Comían pollo, costillas de cerdo y ternera, patatas, tocino, huevos, leche, zumo de naranja, tortillas, café, verduras y pan fresco, además de pescado.

Las semanas de los marines tenían siete días completos, el domingo se dedicaban a los servicios religiosos, los asuntos administrativos y la limpieza. 

Al llegar el día de entrega de los fusiles, se aprendían de memoria el número de serie de su arma y la diferencia que había entre esta y una escopeta, lo montaban y desmontaban, limpiaban, aprendían sus piezas y lo consideraban su mejor amigo. Tanto así, que dejar caer un fusil o tratarlo con descuido era considerado pecado capital.

Durante las cuatro primeras semanas, se les enseñaba a manejar las armas y a usar la bayoneta, mejoraban su condición física, asistían a conferencias de higiene en campaña, se les enseñaba cortesía militar y a prestar servicios de guardia.
Revisión de los barracones

Los sábados se pasaba revista a los barracones y al equipo completo. Los jefes de instrucción inventaban nuevos castigos a diario y a algunos se los reservaba para infracciones determinadas. Se aplicaban castigos conjuntos y los que no quedaban satisfechos con la situación arrojaban una manta sobre el trasgresor y le otorgaban un castigo corporal.

Las semanas quinta y sexta se dedicaban a hacer prácticas de tiro, según las cuales se los clasificaba en tiradores, tiradores de primera o fusileros expertos. También aprendían a disparar con la pistola.

Práctica de tiro en Camp Elliott
Ya finalizando el periodo de instrucción, los jefes los trataban de mejor manera, les dirigían un discurso sobre lo aprendido y el servicio que irían a prestar a su patria, les entregaban las insignias y con ello los convertían en marines, celebrando en medio de tragos y con la toma de la foto de la sección.

En el cuartel se informaba a los hombres de sus futuros destinos. El Cuerpo disponía de 21 campos de ocupación, cada uno de ellos con numerosas especialidades. Allí los reclutas perfeccionaban sus habilidades.

Las condiciones de servicio:

Los marines casi no permanecían en los barracones, normalmente vivían en una tienda apartada de la base, algunos así lo preferían. Las tiendas formaban campamentos con edificios propios de distinto tipo, incluidas cantinas, cines, capillas, almacenes, entre otros.

Cartero recogiendo la 
correspondencia de su unidad
Mantenían correspondencia constante con sus familiares y seres queridos. A excepción de los paquetes, el servicio postal era gratuito y los marines recibían extensas charlas sobre la seguridad de la información militar, no pudiendo mencionar su localización ni detalles de su equipo y planes acerca de próximas operaciones, ni a sus compañeros fallecidos.

Si lo hacían, el correo era censurado. Al regresar a sus hogares, sus labios debían de permanecer sellados.

Salario de los marines
El 1 de julio de 1942, los militares estadounidenses recibieron un considerable aumento de salario. Antes de esa fecha, recibían 31 dólares mensuales y a partir de allí recibieron 50.

El salario se basaba también en los años de servicio, aumentando un 3% por cada 3 años y hasta un máximo del 50% sobre el salario base. En ultramar, los marines recibían un 20% sobre el salario base. No pagaban impuestos federales ni de seguridad social. 

Si lo deseaban, podían reducir su salario en beneficio de sus familiares y lo que les quedara lo distribuían entre el seguro de vida militar nacional, la lavandería y los productos de consumo básicos, no les quedaba mucho dinero sobrante.

El Cuerpo de Marines era un componente del Departamento de la Armada y empleaba su mismo equipo y suministros, todo su personal médico pertenecía a la armada, al igual que sus trabajadores sanitarios, capellanes, abogados y Batallones de Construcción Naval.










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