Los Marines en la Segunda Guerra Mundial (en campaña, creencias y sentido de pertenencia)

Los Marines en la Segunda Guerra Mundial (en campaña, creencias y sentido de pertenencia)

La creación del Cuerpo de Marines constituyó una de las estrategias del gobierno estadounidense para atacar las islas del Pacífico que los japoneses tenían bajo su control, con el fin de poder adueñarse de la cuenca del Pacífico, pero las intenciones del gobierno y los marines eran bastante diferentes.

Los marines en el Pacífico:

Muchos marines pretendían volver con sus familias para finales de 1943, pero la situación no se dio de acuerdo a lo esperado y en lugar de eso, zarparon a ultramar. La cuarta división de marines sería la primera división estadounidense en el Pacífico que acudía a la zona de guerra.

El objetivo de las tropas era claro, asaltar las islas que se hallaban bajo el dominio japonés. Los marines iban a bordo de buques de transporte, donde se habituaban a sus nuevas condiciones. Los camarotes eran estrechos y los hombres se apilaban en literas de tres y cinco pisos.

Marines en ultramar
En las cubiertas inferiores se respiraba aire caliente y rancio, por lo que los hombres pasaban el día en la cubierta superior y algunos incluso dormían en esta. Allí la instrucción continuaba, los hombres se preparaban para el combate, hacían ejercicio y practicaban con sus armas. 

Tenían tres comidas abundantes, siempre sencillas y repetitivas. Las instrucciones de los oficiales eran claras y se especificaba a los marines lo que debían de hacer en caso de ser capturados por el enemigo. Se les concedía el permiso de decir su nombre, rango y número de serie pero nada más. Se les indicaba la urgencia de destruir documentos en caso de portarlos y la imposibilidad de llevar cartas personales, ya que podían contener información que comprometiera las vidas de los demás marines. Aunque la realidad era que los japoneses nunca tomaban prisioneros.
Marines preparándose para combatir

Se les enseñaba la importancia de tomar prisioneros vivos y no falta decir que la balanza no estaba inclinada en su favor. Mientras que los japoneses protegían sus islas con muchos más hombres, los marines apenas disponían de mapas precisos y objetivos en dichas islas. Los suministrados habían sido elaborados con base en fotografías aéreas.

La división de información realizaba bosquejos de las islas, que eran entregados a los marines para que los estudiaran con detalle, ya que no era posible llevarlos consigo a tierra firme. Los ingenieros de la división elaboraban maquetas de goma de las islas, que pasaban de una unidad a otra y eran memorizadas por la tropa. Se les proporcionaban también fotos recientes de la costa.

Marines descendiendo 
a tierra firme
Todos los marines estaban familiarizados con las misiones de las otras divisiones, al igual que los jefes, en caso de que fuera necesario tomar el mando en alguna de ellas.

Los marines llevaban al combate tres clases de raciones: las “K”, que constaban de tres comidas envasadas en cartones individuales y proporcionaban en conjunto más de 3000 calorías. Las “D”, con una barra de chocolate enriquecido con vitaminas y las “C”, que constaban de tres comidas en un solo envase, eran bastante pesadas y eran consumidas principalmente por las tropas de apoyo.

Habían pocas oportunidades para comer, lo que unido al clima cálido y húmedo, acababa por debilitar a los marines, que sufrían de fatiga y extenuación.

Raciones "C" distribuidas
 entre la retaguardia
Fue bajo estas condiciones que los marines asaltaron las principales islas que estaban bajo el control japonés, ocupándolas.

Una vez ocupadas las islas, la instrucción de los marines continuaba, pero estos disponían de algunos ratos libres y de medios para entretenerse. La isla donde se asentaban era convertida en una base más y se la adecuaba con los edificios necesarios.

Asalto a una isla 
bajo el dominio japonés
Debido a la resistencia ofrecida por los japoneses, muchos marines fueron heridos o acabaron muertos en las playas. Los caídos llamaban a los médicos haciendo uso de la expresión “marinero”, para no alertar al enemigo de la presencia de un miembro del personal médico. 

En la playa, las unidades sanitarias estabilizaban a los heridos y los mantenían vivos hasta que pudiesen llegar al quirófano. El doctor cortaba la ropa de la víctima, espolvoreaba sulfamida sobre las heridas para prevenir la infección y vendaba las heridas importantes. Una vez acabado el proceso, se salía en busca de otro caído.

Marine herido siendo atendido 
por el personal médico
Los heridos eran llevados en camillas hasta los barcos de transporte, equipados con quirófanos y pabellones de enfermería. Gracias a la penicilina, las sulfamidas, el suministro de plasma y sangre, las nuevas técnicas quirúrgicas, era posible sobrevivir a una herida grave en la Segunda Guerra Mundial. Si un marine lograba recuperarse, regresaba a su regimiento.

La discriminación en el Cuerpo:

Los marines se oponían rotundamente al alistamiento de mujeres y negros, y fue el último Cuerpo el que acabó por aceptarlos. Las tropas de color eran segregadas y apenas tenían contacto con los demás marines. En algunas ocasiones se segregaba también a las minorías étnicas y se abusaba a los hombres con diferencias físicas notables. Los que provenían de familias con recursos eran tratados con mayor dureza por los jefes de instrucción.

La discriminación racial en 
la Segunda Guerra Mundial


Creencias y sentido de pertenencia:

Los marines tenían fe en el Cuerpo y lealtad para con el pelotón. No guardaban rencor con su adoctrinamiento. Comprendían una necesidad de cohesión y de sentido de pertenencia. No luchaban por su patria, ni por la democracia ni por sus familias, lo hacían los unos por los otros.

Pelotón de marines
Su motivación para luchar contra los japoneses era un sentimiento de lucha contra el mal. Les gustaba ganar y no que mataran a sus compañeros. Estaban convencidos de que se encontraban mejor equipados que los japoneses y de que el bien estaba de su parte, por lo que no les tenían miedo.

La vida en el Cuerpo era dura y exigente. El Cuerpo era más importante que la familia e incluso que el bienestar personal. El trabajo y la disciplina eran duros. No les gustaba el ejército, sus suboficiales no los reconocían como sus iguales y nunca habían trabajado codo a codo con los soldados.

El pelotón del marine era su familia más cercana, en los hombres que lo conformaban depositaba su confianza ciega. La sección era la familia más amplia. El marine tenía un sentido de lealtad inquebrantable para con su unidad y para con el Cuerpo. “Una vez marine, siempre marine”.

Símbolo del Departamento de la Marina en Estados Unidos





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